A opinión dos docentes...non conta?

17 dic 2015

En el “debate decisivo” de Atresmedia, la LOMCE apareció como un reflejo de la reforma laboral. Una preparación para lo que viene después.



Con Rajoy en Doñana, pudimos oír una de las mejores interpretaciones de la reforma educativa que quiere el PP, cuando el puzzle de decisiones de Wert está a punto de ser completado por Méndez de Vigo… y Marina



No sé si, a estas alturas de la semana, se puede sacar algo en limpio todavía del debate del lunes a cuatro bandas que, en realidad, era a tres y pico. El del atril vacío estaba en Doñana, seguramente repasando el obsequioso vídeo de lo sucedido en casa de Osborne con el hervido de mejillones y aquella llaneza cómplice entre hombres ibéricos. Si todo se queda ahí hasta el 20-D, mal asunto, mero marketing americano sin lo que en EEUU es posible: un debate abierto y sin anteojeras. Este debate sin Rajoy no tuvo nada de “decisivo”, como publicitaba ATRESMEDIA, y mucho de oportunista. Si por sacar algo en limpio se entiende claridad programática, la sensación fue que había aumentado la oscuridad sobre los asuntos que más nos preocupan. Lo que se dijo allí dejó muy flojo casi todo y, aunque fueran jóvenes, ya sonaba a viejo. No estaba en el cronograma mencionar todavía pactos acordados: que cada cual juegue a las quinielas a ver qué pasa..

Quedaron claras, de todos modos, algunas cosas. La principal -comentada por J. Carlin a renglón seguido del debate anterior en El País- que pase lo que pase en las próximas elecciones, el futuro político de España parece que vaya a estar en manos bastante mejores de cómo ha estado en los últimos años. No estrictamente por juventud, que también, sino por frescura en el debate y porque, en general, estos tres candidatos jóvenes tienen bastante más conocimiento y capacidad para entenderse que quienes les han precedido. Por este lado, merece la pena felicitarse.

Encorsetamiento
El debate en sí no podía ir muy lejos por el formato elegido. Sobraba encorsetamiento. Sobraba el autobombo de quienes patrocinaban el invento. Sobraba el rodear el asunto de una parafernalia de concurso, con banderitas y personal ad hoc, entrenado para el aplauso chillón. Sobraban muchos de los comentaristas de relleno, muy de otra época y algunos a tono con el aznarismo visigótico. Y a los presentadores, también les sobraban unas cuantas rigideces: encantados de sí mismos, coartaron la fluidez del programa. Por sobrar, también pareció bastante despropósito la anormalidad de hacer estar de pie a cuatro personas durante dos horas, para que pudieran demostrar su capacidad física sin que ello añadiera nada a su capacidad mental.

Lo de “Debate decisivo” aludia subliminalmente a la importancia de la casa que acogía el evento, sin que nadie explicara el por qué de la exageración. Sabido es que el cuarto poder siempre ha intentado tener eso, poder. También es conocido que el Grupo Planeta tiene mucho poder, de todo tipo y con apetencia de tener más. Lo del lunes puede ser un aperitivo o una demostración según se mire. Y puede ser las dos cosas, lo que ya sería más preocupante. Especialmente, si los invitados estaban al loro de la tramoya y los telespectadores sólo estábamos a divertirnos sin advertir el desmán.


Dos aspectos colaterales sugirieron las aulas escolares. El primero, lo de estar de pie tanto tiempo. Es una prueba que descoloca a cualquiera. Para los profes es una postura muy conocida, espontánea en la mayor parte porque les ayuda a coordinar y, si hace falta, controlar un espacio con pluralidad de sujetos y diversidades de todo tipo. Facilita la comunicación, el diálogo corporal, la visualización rápida de las cambiantes situaciones. A dos de los actuantes se les notó que tenían tablas y que no se sentían especialmente incómodos: Pablo, sobre todo, y Pedro. Soraya estuvo muy envarada –no es igual que ejercer como portavoz detrás de una mesa- y Rivera no sabía dónde meter las manos y los nervios. Si la comunicación política se va acercar a las formalidades de las aulas, es probable que se haga más rígida y regresiva. Es conveniente advertirlo. Un aula, aunque deba entrar el aire en ella, puede ser y es con excesiva frecuencia una burbuja ajena a la realidad.

Reformas intercambiables
El otro apunte –fuera de guión éste- tuvo lugar exactamente a las 10,43. En terminología de los nuevos medios, debió haberse convertido en “viral” algo que dijo Soraya: “¿qué no les gusta de esta reforma laboral?”. Hablaban en aquel momento de la reforma educativa. De lo que nos traía la LOMCE, supongo, y de lo bonita que era, pues es la única propuesta que tiene el PP para el 20-D: la continuidad de lo que tan mal ha empezado. Y el subconsciente de Soraya afloró. Es lo mejor del directo, que, a veces, permite ver qué piensan –sin retórica- nuestros supuestos representantes políticos acerca de lo que hacen. En esos caso de descuido y guardia baja, es cuando más aprendemos los ciudadanos del común. En este caso, la vicepresidenta dijo lo que de verdad piensan estos conservadores, amigos del quiero y no puedo y de dar gato por liebre. “La reforma educativa del PP –vino a decir- es una reforma laboral encubierta o su antesala, si prefieren”.


Hay tres aspectos que se pueden leer en la LOMCE por los que se puede entender muy bien por qué se trata de una reforma laboral para los chavales, anticipadora de lo que les espera cuando pasen de los 16 años. Observen qué tipo de alumnos prefiere: se ve de varias maneras, pero más si se fijan en la cantidad de obstáculos que han de salvar para lograr una cualificación profesional más o menos decente. Si tienen oportunidad de leer el “Libro blanco” de 1969 que precedió a la Ley General de Educación, podrán comprobar que era más avanzado aquello. En segundo lugar, la LOMCE propone un tipo de centros muy peculiar, con un tipo de gobierno mucho más jerarquizado al dictado de la Administración y una relación hacia los profesores más como peones que como profesionales. Principalmente atentos no a lo que necesiten los alumnos, sino quienes les vayan a evaluar, que será gente de fuera -probablemente alguna agencia contratada-, los profesores pintarán poco en esta historia. Por eso Marina propugna una reforma laboral fuerte de sus trabajos, no sea que la pieza que están preparando en la fábrica escolar, crecientemente parecida a una cadena de montaje taylorista, no salga bien torneada. Y en tercer lugar, podrá observa que cuando hablan de excelencia y mejora del sistema, sólo se refieren a “los selectos”: los demás apenas tiene espacio en esta ley. Bueno, si son niños o niñas y si van a ir a Religión o no, eso les preocupó mucho: es otra forma de ir seleccionando. Esto de la “excelencia” lo han heredado de quienes más mandaban en la enseñanza en la España canovista. La “formación de selectos” era una metodología muy bien estructurada ya entonces. Especialmente apta para dar cuerpo a su particular modo de entender “la libertad de enseñanza”. Y todavía podrá ver en la LOMCE una cosmogonía que le puede gustar mucho por lo esotérica que es. Cómo suben, bajan o desaparecen unas y otras asignaturas, sobre todo las que más pueden ayudar más a pensar y disfrutar del sentido de la vida. Verá que no le hablo de Educación para la ciudadanía, esa cosa que debe ser horrible en toda Europa y que aquí hemos pensado que era mejor quitarla de en medio: la vida es bella, no hay violencias, nuestros niños ya nacen preparados para hacerlo todo maravillosamente y, si no, Dios proveerá. La escuela no tiene nada que rascar en esto de la convivencia colectiva, pues todos los papás y mamás son, como es natural, muy buenas personas. Con acatar lo que nos manden tan ricamente.

El novísimo “libro blanco”
Y en esto apareció la panacea. Pueden descargarla en la Web del MECD si tienen ganas de ver cómo se puede hacer peor lo que debería hacerse bien. Sin duda encontrarán algún punto, o varios, en que estarán de acuerdo. En el erial que han tenido al profesorado desde el año catapún, es decir, desde que se encargaron prácticamente desde siempre de que su profesionalidad fuera de lo más fluctuante, apta para cualquier arbitrariedad, no será difícil que no haya algo de interés en este otro librito de Marina. De interés, claro, para algo colateral, porque el problema es el conjunto y, sobre todo, la nula sensibilidad con el trato que han dado a este colectivo de 864.750 personas durante estos cuatro años mientras tienen que atender a 8.083.994 alumnos. Ahora quieren un “debate nacional”, dicen, y con afán de “consenso” cuando nunca consensuaron nada en asuntos educativos y cuando lo “nacional” lo han entendido siempre de manera coercitiva. Lo único que llegaron a pactar un poco ha sido el art. 27 de la Constitución y así está el pobre, contradictorio en sí mismo. Quien pueda avivar la memoria, recordará que a punto estuvo de no salir adelante aquello y justo por este articulito. Pues bien, esta buena gente ahora pretende que ha llegado el momento del “diálogo”, cuando de reforma laboral de los currantes de la enseñanza se trata.

¿Les suena bien esta música? ¿Con quién quieren dialogar? ¿De qué? ¿Para pretextar que ya querían dialogar y que los otros no quieren? Suena a infantilismo de colegio. Pero pasa con esto como con el “crecimiento económico” y con tantas otras palabras estupendas con que masajean nuestros oídos para que les queramos. Razón fundamental: lo saben hacer todo bien sin perder el tiempo con nadie. Claro que también puede suceder que usted no quiera tragar con que le impongan lo que les venga bien a ellos. La cuestión es si preferimos una oligarquía o una democracia. Preguntaba Rajoy a Bertín si le creía aburrido… ¡Vaya, vaya! Tener que estar siempre a vueltas con esto sí que lo es. Y el lapsus de su segunda de abordo lo confirma. Conclusión: parece que volvemos a donde siempre y si sigue esta gente mandando se podrá comprobar mejor. ¡Atentos al 20-D!

TEMAS: Elecciones generales, Políticas educativas, LOMCE, Libro blanco, Papel de los profesores, Selección del alumnado, Calidad educativa, Diálogo político.

Manuel Menor Currás
Madrid, 11/12/2015

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