A opinión dos docentes...non conta?

23 jun 2019

En la Historia actual también existe el “tiempo largo”



No es que el pasado se repita: se ha mutado levemente, se ha adaptado y ha dado en esta turistificación y privatización del presente.

La metodología de la Historia advierte etapas o tramos particulares dentro de períodos más extensos, siempre apoyada en documentación fehaciente rigurosamente analizada. Con la memoria, más subjetiva, las distinciones suelen ser más borrosas. El paso del tiempo difumina e incluso hace desaparecer muchos recuerdos de las experiencias de vida. No obstante, ambas tienen crucial importancia para la educación personal y social, y proporcionan buena orientación en momentos de confusión programada.

Yendo leyendo
La combinación de ambas –como puede suceder con la creatividad artística-  potencia las líneas principales del mejor sentido educador, el de aprender a leer y a conformar criterio propio por encima de los convencionalismos y de las maneras en que el poder trata de manipularnos. Puede comprobarse en el Museo Reina Sofía hasta el 26 de agosto, en la exposición Yendo leyendo, dando lugar, de Rogelio López Cuenca (Nerja, 1959). De este artista cabe admirar, entre otras facetas, su ironía de poeta visual. Investiga sobre los múltiples mensajes que de continuo entran por nuestros ojos, hasta encontrar el modo de hacernos ver sus contradicciones. Es especialmente el lenguaje señalético, propagandístico y publicitario, el que está en su centro de interés; se apropia de el y, mediante el collage y diversas técnicas vanguardistas, trata de darle la vuelta.  Málaga es una de sus topografías de atención permanente. No solo por la acumulativa “malagueñización” de Picasso, en que pone de relieve cómo el comercio turístico ha convertido al artista republicano en un remedo apto para cualquier mercancía. También, como foco de atención histórica y memorial. De 2007 arranca –y continúa en una web-  su proyecto titulado Málaga 1937, en que trata de recuperar lo acontecido el 7 de febrero  de ese año en la carretera hacia Almería.  La técnica que emplea aquí  es similar a la que emplean muchos profesores de Historia simulando un eje discursivo en que se van sucediendo, cronológicamente, los distintos testimonios documentales que, en este caso, rescatan del silencio la masacre de unos 5 000 republicanos que huían  de los nacionales golpistas aquel fatídico día. Mientras en la sala del museo se suceden en blanco y negro fotos recuperadas de muy diversas procedencias, un video actual del tráfico de esa misma carretera, en color y a gran pantalla, induce al cuestionamiento del tupido silenciamiento que lo allí acontecido ha tenido durante casi 82 años.

Parar las aguas del olvido
De lo vivido en esa etapa, desde un poco antes de la masacre entre Málaga y Motril, da buena cuenta Paco Ignacio Taibo en Para parar las aguas del olvido, un relato en gran medida autobiográfico que escribió en 1982 y que fue reeditado hace apenas dos años.  El reconocido escritor vivió de lleno la revolución de 1934, la guerra del 36 y la postguerra hasta 1959; desde su exilio en Méjico, recrea aspectos que moldearon significativamente su infancia y adolescencia. La intencionalidad del título de este libro, tomada de un poema de  El Quijote, II, LXIX, explica la selección de los elementos con que hilvana el recuerdo mezclando el dolor y la alegría, el horror y el desconsuelo, con la camaradería, la complicidad y la amistad. Relatar los aprendizajes de la supervivencia en circunstancias tan duras no deja de tener mucho de ficción personal, más selectiva e intransferible en la medida en que el autor trata de mirarlos con humor.
El de la memoria es un material delicado que no necesariamente es Historia, aunque pueda documentar parte de su complejidad. Del Oviedo reconquistado por los golpistas,  Paco Ignacio Taibo  compartió con el poeta Ángel González, el gran especialista en la Generación del 27 Carlos Bousoño o el editor Manuel Lombardero, peripecias vitales contrastantes e imposibles salvo para la imaginación. En especial, ricas lecturas literarias y el  entrelineado de su asiduidad al cine, en el fondo oscuro de ciudad “sin misericordia para los vencidos” –con los ojos “como agujas” de los sucesores del Magistral de La Regenta “repartiendo el cielo y el infierno de acuerdo con las ideas políticas de cada cual” y que la ciudad se entregara “a la aparatosa demostración de su cristianismo absoluto”-  y, en particular, el paisaje humano de la Librería Cervantes (p. 99), lugar asiduo de maestros y maestras, pese a que “no estaba la cosa para tener ideas” y se habían muerto “los maestros delante del paredón llevándose con ellos los mejores textos, los mejores autores, los mejores poetas”.  La posición del autor queda clara tras la anécdota de un aristócrata reticente a los falangistas, que es escarmentado con el paso por la cárcel y que, a la vista de los muchos “catedráticos, maestros, artistas y periodistas” que estaban en la quinta galería, dice: “-Aquí está lo mejor de Asturias” (p.129).

El trance actual
“Todo nos estaba llegando demasiado tarde” –dice también Taibo en la p. 59-, “la vida se había enrollado en algún estante esperando otra ocasión que no llegaba”, lo que vale para varias generaciones que vinieron después. Pasaron 40 años de “interminable postguerra” –que dice Gregorio Morán, también asturiano-; pasó la Transición y pasaron otros 26 años, en que en comunidades como Madrid se probaron estilos vergonzantes para el trato de lo público y, en particular, de la escuela pública. José Luis Pazos,  que tuvo ocasión de verlo en primera fila desde su Federación de Madres y Padres (FAPA Giner de los Ríos) describió las estratégicas políticas de las Consejerías del PP para desarrollarlos. Es un guión perfecto para un documental plenamente actual, capaz de explicar –entre otras cosas- cómo haya sido posible que en tan pocos años se hayan duplicado los ingresos de la educación concertada y privada. La privatización de la Sanidad y la Educación fue, en esos años pasados, como la “malagueñización” de Picasso investigada y plasmada por Rogelio López.
Después de la última serie electoral, viene otro tramo de Historia actual. En unos días sabremos el alcance del supuesto “cambio” o continuidad que haya traído, una vez se definan más los pactos que se están conformando. Tanto para la investidura del presidente del Gobierno como para la de quienes vayan a presidir algunas alcaldías y comunidades autonómicas, la aritmética del voto es tozuda pero, dentro de unas formas políticas de apariencia más civilizada que antaño, puede desembocar en que todo siga manteniendo distancias de clase o, si se prefiere de “distinto nivel cultural”, eufemismo bajo el que, como suele decir Emilio Castillejo,  se suelen ocultar “modos de ser” cuasi biológicos –pura “biopolítica”-,  desiguales en el aprecio y la estima.
El terreno ya lo está preparando la AIREF. Su informe sobre la obligatoriedad de los servicios de Correos servirá para justificar la eficiencia o no de muchos otros, incluido el de la educación, y la consiguiente reducción o supresión de plazas y profesorado. Todo muy aséptico y muy independiente, mientras la España vacía es vaciada un poco más. Y. en paralelo, está  la decantación que han tomado los grupos políticos estos días. La traslucida en el debate de los presupuestos de Andalucía puede resultar paradigmática de lo que vaya a suceder en Murcia, Castilla y León y, asimismo, Madrid, aunque no solo. Los cambios de nombres y de recursos en algunos programas más simbólicos son indicativos de que “la libertad de elección de centro” y el crecimiento indiscriminado de las empresas educativas son el verdadero “cambio” a que está expuesto el sistema educativo ahora mismo. Lo oído a la candidata del PP, Isabel  Díaz Ayuso, cuando estaba en campaña, no deja demasiadas dudas de cómo continuará desarrollando –desde la emblemática Comunidad de Madrid-  las estrategias que alimentó su mentora, Esperanza Aguirre.
El pasado es terco y el tiempo largo existe. Ahí está el final del juicio del procés para recordar que no hay arrepentidos y que podemos tropezar todos en alguna piedra de lo que se avecina. Enzo Traverso propone “la melancolía” como forma de continuar en las peleas por lo justo y no cansarse tras tanta peripecia frustrante. Más  difícil, pero no imposible, es acompañarla del humor que Paco Taibo I desplegó para sobrellevar su peripecia vital y seguir avanzando. ¡Suerte!

TEMAS: Pactos postelectorales. Cambio político. Tiempo largo. Historia/Memoria. Educación pública.

Manuel Menor Currás
Madrid, 13.06.2019

¿Los acomodos parlamentarios reducirán los eufemismos?



Con la escuela, puede suceder fácilmente, pese a que las aguas del olvido quieran inundar las rémoras carenciales de muchos españoles.

La lectura de Juan Íñigo –testigo excepcional de la escuela de los años sesenta- se entrecruza con acontecimientos significativos de la coyuntura, postelectoral y pre-legislativa. Salir de aquel pasado carencial, debiera indicar que se ha encontrado claridad para un futuro digno para todos.

Rostro sobre cartón piedra
En Rostro sobre cartón piedra (Madrid, Unomasuno, 2019), Julián Íñigo prosigue un laudable trabajo, iniciado en otros libros, de no dejar morir el duro tiempo de cambios profundos vividos en los años cincuenta y sesenta sobre todo, para no perder el sentido de los que le queden por vivir. Nacido en un pueblo de la Alcarria (Guadalajara) en 1957, fue agricultor primero y albañil muy pronto; a ratos, es memorialista vocacional de los 62 años transcurridos desde que nació, con la escuela de su pueblo como ingrediente relevante de su recuerdo. Cuando ya no espera nada extraordinario de este mundo, encuentra “sosiego” en volver a aquellos años, los que, según dice, “merece la pena vivir” o, mejor, revivir (p. 10).

El autor no es escritor profesional ni lo pretende, pero es un buen contador de historias en las que muestra la heroicidad de sus vecinos tratando de salir adelante en medio de tanta transformación como la de aquellos años. Los lugares, las personas, las toponimias, los trabajos, el hambre, las novedades, la emigración masiva –hasta que “no quedó nadie para emigrar”- y la nostalgia son su objeto de escritura. Todo rescatado del olvido y conectado, sobre todo, al lenguaje. De las palabras con que se refiere a las faenas, instrumental, observaciones y actividades de la vida cotidiana, hay unas doscientas que son pura arqueología; han perdido significado en la medida en que los cambios se fueron produciendo, y están en desuso salvo para quienes como Julián todavía guardan viva su coherencia semántica.

Leer y escribir

El autor es testigo directo de la escuela que tuvo en su infancia. A pesar de lo poco que en ella pudo recibir, escribe y tiene ganas de seguir escribiendo. Su afán por aprender, conocer y expresarse va más allá de lo que los circuitos habituales del estudio suelen dar, y demuestra que la escuela mejorará mucho si está abierta a la vida y la reflexión, condiciones indispensables para que merezca la pena su existencia.

Leer y escribir, estar alfabetizado, son constantes referencias en los recuerdos de este manchego. Quienes tienen esas carencias tienen muchos problemas organizativos y vitales. En la mili (p. 70), era una constante de muchos mozos. En el pueblo, un problema notorio que marcaba, minusvalorándolos, a quienes, por ejemplo como testigos ante un juez, tenían que firmar con una cruz que evidenciaba tales carencias (p. 88). Y para disponer de carnet de conducir –situación a que muchos emigrantes del arado tuvieron que hacer frente- fue motivo de muchos desengaños cuando la prisa de una mejora de trabajo en la ciudad les acuciaba (p. 97).

Las condiciones de la escuela de Julián fueron las de la escuela unitaria, más de 30 alumnos en un mismo espacio, con diversas edades y un solo maestro atendiendo a sus diversas capacidades (p. 65). Así era el 65% de las escuelas españolas y, cuando salió de la escuela -con la recortada y contrahecha LGE de Villar Palasí en marcha desde 1970-, todavía quedaban 18 años para que todos los chicos y chicas españolas pudieran asistir a ella hasta los 14 años.   

En esas escuelas, no era infrecuente, además –como se puede leer en muchos otros testimonios de la época-, que el maestro le “pegara a la botella” y que también pegara a los alumnos, acción  que solía verse reforzada por el ánimo que le daban algunas madres preocupadas por enderezar a sus hijos (p. 26). Por otro lado, a juicio de Julián, el maestro era poco valorado socialmente, como podía verse especialmente por lo mal pagado que estaba (p. 180) y por cómo en el pueblo quienes realmente mandaban y tenían algo que decir eran el alcalde el médico y el cura (ibidem).

Esta configuración del espacio escolar guardaba mucha relación con la resignación: el futuro que esperaba a la inmensa mayoría de aquellos críos era la tradicional labor del campo (pág, 83). Un futuro en que también era principal la docilidad a lo establecido y la tradición de los mayores, con la que parecía coordinar la metodología del palo y que resultara, por tanto, poco apetecible ir a la escuela (p. 64). Todo lo cual no fue obstáculo para que quienes a ella asistían fueran a estar sometidos a cambios vitales tremendos, con la emigración por medio y la consiguiente improvisación de hábitos y maneras para salir adelante. Esas son las peripecias del FAI y de otros colegas del pueblo -los personajes vivos de los relatos de Julián-, entre tumbos a veces, por zonas urbanas de Madrid, Guadalajara, Francia y Alemania, y de regreso ocasional al pueblo.

Estudiar
No se le escapa a Julián, sin embargo, que estudiar y educarse fueran actividades de importancia ni que fueran distintas a las que tenía encomendadas el maestro. Estudiar suponía otra cosa y otros itinerarios. Normalmente, en aquellos años, formaba parte de las estrategias de distinción; estudiar solo estaba al alcance de quienes tenían posibles. Por ello dice de los hijos de uno del pueblo que “eran todos estudiados” y no como los demás, que apenas habían ido a la escuela (p. 58). También podía suceder que, bien en estas familias o, sobre todo, en las más humildes, el estudiar viniera facilitado a quienes pasaran por los seminarios y colegios de frailes (Ibidem y p. 209), circunstancia en que solían confluir voluntades complementarias: la del cura o maestro, especialmente, señalando a los candidatos posibles, y ansiedades familiares de que los vástagos salieran de un rudo trabajo rural en que no veían futuro.

Educar o estar educado eran términos que indicaban, más bien, un trabajo de las mujeres con sus hijos e hijas para que fueran dóciles, atentos y considerados y que, más allá de los modales, fueran dignos representantes del honor de sus familias por los modos de actuar y proceder (p. 99). No obstante, cuando las circunstancias vienen mal dadas y se producen situaciones contrarias al canon del buen comportamiento, Julián hace recaer el origen del problema en el ambiente familiar, ejemplar o no para la actuación de los hijos por la atención y el cuidado que les presta igualmente el modo de proceder del padre (p. 133). En esto consistiría “sacar adelante” una familia. “intentando vivir en paz” (p. 245).

Pasa, en fin, por el recuerdo de Julián cómo -en un momento que ha debido tener lugar a finales de los setenta- los niños de su pueblo empezaron a ser trasladados en autobús al colegio graduado de otro pueblo más importante que el suyo (en Tendilla), cuando ya empezaban a escasear los niños y niñas a causa de las migraciones y las actividades económicas habían pegado un vuelco (p. 173), alcanzando incluso a la mecanización del campo. Estas escuelas eran mejores, pero no impidieron, a su vez, que acusaran problemas internos y externos. El relato de Julián es testigo incómodo del “aburrimiento” que mucho alumnado ha padecido en ese espacio y que acabó en adicción a la droga, después del abandono escolar y de experimentar con actividades próximas a la delincuencia. Sujetos perdidos en ambientes de  marginalidad laboral, donde trataron de sobrevivir familias migrantes del pueblo de Julián –como las de muchísimos otros de la Península-  forman la  escenografía a la que la escuela de las periferias urbanas no alcanzó a poner atención suficiente (pág. 110).

Pero, en todo caso, lo que pesa más en este libro singular, cuando Julián ya anda por los 62 años, es su escuela primera de los años cincuenta y sesenta, de donde sus personajes se evadían siempre que podían, para hacer novillos o para adentrarse en descubrimientos inéditos en los alrededores del pueblo. Como testigo mudo de aquel pasado –y de los albores de la España vacía actual-,  el edificio de las escuelas y de las casas del maestro y maestra sigue en pie. El Ayuntamiento lo alquila a quien puede, principalmente para bar (160).

Y LOMLOE
De cara al futuro, el proyecto de ley que prepara el PSOE si logra la investidura para gobernar, Rostro sobre cartón piedra puede ayudar a reflexionar sobre las lacras que pesan todavía sobre el sistema educativo español y tratar de superarlas. En el aire está retirar de en medio la LOMCE y volver a la LOE de 2006, con las modificaciones necesarias, un proyecto que puede acabar siendo un apaño más o indicar voluntad decidida de que la escuela equitativa para todo el alumnado sea más que un eufemismo. Compaginar en serio equidad y calidad para todos y todas no será fácil y, en lo ya conocido, quedan agujeros sensibles aunque la redacción parezca impecable. Las circunstancias de la Legislatura no van a ser favorables, pero tendrá más mérito. Ni la fragmentación parlamentaria, ni la situación internacional son propicias. Con la Comisión Europea denunciando a un tiempo la deuda que España tiene que pagar -15 000 millones en dos años, según Bruselas- , y mentando el “excesivamente alto” abandono escolar o la “muy alta” pobreza infantil existentes, las sombras de que Julián Íñigo Martínez es magnífico testigo no han desaparecido del horizonte, aunque pudiera parecer más moderno no tenerlo en cuenta. ¡Que haya suerte!    
           
Manuel Menor Currás
Madrid, 06.05.2019

7 jun 2019

Frei Anxélico e os inicios do Renacemento en Florencia



Nun mundo crecentemente secular, esta exposición permite descubrir unha sabia combinación de modernidad e tranquila serenidade dalgúns crentes

Hai apenas unha semana que se presentou en público a restauración que o taller do Museo do Prado lle fixera á Anunciación, unha das súas pinturas máis emblemáticas. Hoxe, ese cadro de Frei Anxélico -o primeiro dos tres que pintou co mesmo asunto- volveu a ser noticia como centro dunha exposición en que, dentro do Bicentenario da pinacoteca madrileña, se pretende unha relectura actualizada do quefacer pictórico do monxe florentino. 

O visitante poderá ver na Sala C -debaixo do claustro dos Xerónimos-, como loce no contexto doutras 78 pezas, principalmente pinturas -propias e de coetáneos-, tecidos, esculturas e dous magníficos capiteis arquitectónicos, todo da contorna florentina e toscana en que desenvolveu a súa vida artística e monacal como frade dominico. A continuación, no corredor de saída, un diagrama permite ver a secuencia pola que pasou esta Anunciación desde que fose creada en Florencia cara a 1425, o seu paso á colección de Felipe III en 1611 e, trala súa doazón ao Mosteiro  madrileño das Descalzas, a súa chegada ao Prado en 1861 despois de que fose descuberta por Madrazo, xunto á súa anterior restauración con criterios dos anos 40. Xusto onde termina este eixe cronolóxico, empeza a sala D, en que o centro de atención é un documental -de produción do propio Museo- titulado A Anunciación de Frei Anxélico. A arte da contemplación, en que pode seguirse o minucioso proceso recente a que a someteu Almudena Sánchez, da Área de Restauración do Museo, no que se intercalan elementos da investigación previa, principalmente a cargo do comisario desta exposición, Carl Brandon Strehlke, do Museo de Filadelfia e gran especialista no pintor. Con ser ambos aspectos de gran interese, tamén o é que documenta os “arrepentimentos” do trazo, indicativos de que o pintor non seguiu unha pauta preestablecida senón que foi modulando a súa interpretación dun canon iconográfico que xa tiña gran percorrido no primeiro terzo do Quattrocento.


Frei Anxélico, renacentista

O nome propio de Fra Angelico, antes de tomar os hábitos como Juan de Fiésole, Ou. P., era Guido dei Pietri. O sobrenome, con que foi beatificado por Juan Pablo II en 1982, veulle como a Tomás de Aquino, o doutor teólogo da súa mesma orde, polo seu tratamento devocional dos relatos relixiosos e pola sinxeleza e relixiosidade con que soubo trasnsmitilos, un “raro e perfecto talento”, que Vasari advertiu nas súas Vidas dos máis excelentes arquitectos, pintores e escultores italianos (1550). Tanto que -segundo el- “merece ser recordado con gran reverencia por ser non menos excelente pintor e miniaturista que óptimo relixioso”. Entre outras obras súas que Vasari describe, nunha capela do convento de Santo Domingo de Fiésole di que “hai, da súa man, unha táboa da Anunciación do Anxo Gabriel á nosa Señora, cun perfil tan adorable, delicado e ben feito, que non parece obra dun home senón pintado no Paraíso. Na paisaxe do fondo vese a Adán e Eva, causa primeira da Encarnación do Redentor na Virxe. Na peana dese altar tamén hai algunhas escenas bellísimas”

Este modo de mirar ao pintor anxélico é o que, en xeral predominou, ata o punto de que contribuíu a que fose considerado ante todo como pintor medieval. Esta exposición, con todo, contribuirá a que sexa visto, máis ben, como pintor renacentista, moi influenciado pola cambiante creatividade artística na Florencia de comezos do século XV. A favor desta perspectiva, separadamente do que deu de si a análise previa á restauración última deste cadro, xogan distintos elementos. En primeiro lugar, a perspectiva aérea das figuras, unha das contribucións principais desa etapa artística -e deste pintor- aos nosos modos principais de mirar a arte. O término, acuñado por Leonardo, fala dunha técnica que xa fora empregada nos murais pompeianos, que crea sensación de profundidade na disposición do cerca e lonxe duns ou outros obxectos no espazo. En segundo lugar, o afastamento dos xeitos pictóricos do gótico internacional, tanto dos fondos en pan de ouro brillante, como das formas oxivais, que agora adoptan as ortogonales. E sobre todo, ocupándose de dar un gran naturalismo ao representado. Neste sentido, son de observar, non só o tratamento das figuras humanas, senón tamén da paisaxe e froitos da Natureza e, ata, de aspectos anecdóticos, como o galopín que vai por unha rúa florentina -nunha das escenas da peana sobre a que estivo o cadro principal desta exposición- ou a do paxariño que está pendurado moi preto do seu capitel central da casa da Virxe.

A minuciosidade de todo iso ten que ver en parte co oficio de miniaturista de códices que desenvolvera nos seus inicios. A conexión coa época artística anterior deulla a súa aprendizaxe no taller do seu mestre Lorenzo de Mónaco, tamén frade. Pero o máis relevante desta mostra é a constancia que deixa da conexión voluntaria de Frei Anxélico coa efervescencia artística que Brunelleschi, Donatello, Uccelo, Lippi, Massacio ou Ghiberti estaban introducindo nos encargos de diverso tipo fixándose nos modos de facer da antigüidade grega e romana. A activa participación de Frei Anxélico en retablos e traballos para diversos mecenas permite observar como nas 40 obras súas que aquí se lograron reunir -xunto a outra relevante, tamén do Prado, unha Virxe da granada que veu a España en 1817, sendo incorporada á colección do Prado en 2016- existe similitude de tratamento estilístico con estes outros pintores, máis decididamente ligados na historia da arte habitual aos comezos do renacimento italiano.

Fra Angelico hoxe


Contemplar e ensinar poden ser obxectivos da arte en xeral, e da súa versión explícita do ben contar historias e mitos relixiosos. Facelo de modo que cre veracidade no relato ou no programa que adoitaba incluír un retablo catequético, supón un grado alto que só os dotados de man hábil, aprendizaxe consciente e confianza sincera no que contan poden transmitir. O Museo do Prado tratou de sacar partido a súa breve pero importante colección de obras dese período aproveitando os recursos do Bicentenario para poñer ao día, non só a conservación adecuada dunha obra tan relevante, senón tamén o modo de mirala. O visitante, á súa vez, ten unha magnífica ocasión de enriquecer a súa curiosidade, a condición de deixarse empapar do mundo sereno e tranquilo en que o pintor dominico trata de transmitir verdades seguras e absolutas de crente, sen que a xestualidad das súas formas de mirar e representar deixen de estar abertas á modernidade. Para este mundo tan incerto, é un agasallo, dispoñible para o público ata o 15 de setembro. Unha serie de conferencias e un fermoso catálogo envólveno mellor. 

TEMAS: Renacimento. Frei Anxélico. Florencia do Quattrocento. Bicentenario do museo do Prado. 


Manuel Menor Currás
Madrid, 26.05.2019

2 jun 2019

Intercambio de cromos no patio do país


Vitorias ambiguas, senón tristes, é o que parecen ter daparado as catro eleccións últimas. Os pactos que sigan fixarán as políticas educativas.

Algunhas candidaturas non demostraron senón ser irrelevantes, pese ao ruído que xeraron; case ningunha chegou a donde pretendía aínda que logre éxitos parciais. Agora vén o medir o alcance real dos resultados e tratar de paliar danos no barco. Ao tempo, en aspectos cruciais para os cidadáns o fundamental segue onde estaba antes. 

Paisaxe incerta

Mentres o CIS se interesa polos pactos “preferidos” poloscidadáns, saír do atasco segue esixindo cambios relevantes aos políticos elixidos, se queren ser útiles á sociedade e non vivir enclaustrados nos seus intereses de nomenclatura, alleos ao ben común. O primeiro sería pregar velas á linguaxe desorbitada, excluínte e descarado que algúns exhibiron sen pudor. De seguir así, todos terán “a súa” razón para dicirlles aos demais o que se lles ocorra. Esa verborrea intolerante e descarnada induce ao odio e deixa un regueiro de esca lista para calquera incendio. É hora de pedir, polo menos, respecto ás palabras e á sintaxe para, a continuación, ver se se reduce o ruído. Requírese o silencio como parte do xogo harmónico desexable para que soe esta orquestra.


En segundo lugar, haberían de invocar a paciencia. Non é virtude con crédito entre persoas inclinadas a forzar tempos e formas de competitividade transgredindo xeitos que din caducos, coma se moitas das máis belas feituras da Terra -cantos rodados de ríos e praias, morfoloxías erosionadaas de rochas e penedos, ou intrincadas meteorizacións dos relevos kársticos- non derivasen da actividade xeológica de tempo longo. A maioría das forzas políticas actuais son froito dun tempo curto, excesivamente breve para as présas por exercer poder. O espectáculo tecnocrático do retwiteo e Instagram, en que se apoian, rexeita a lentitude que esixe gran parte de canto merece a pena.

E en terceiro lugar, advertidos deberían estar de que só se abandonan a abstracción retórica e se ocupan da socioloxía do concreto -a educación, a sanidade, os servizos sociais a que por lei constitucional están obrigadas as políticas democráticas-, merecerán a continuidade da confianza dos votantes. Sobran políticos contaxiados pola misión de definir, unha vez máis, a esencia de España, o patriotismo nacionalista e, ata, a reconfiguración do territorio. Sen contemplar que, con eses mimbres, de gran interese para absolutismos varios, este é o gran risco actual. A algúns non lles importa correlo, aínda que poidan derivar no que que Goya reflectiu nos seus Disparates e Desastres. Crentes no que move neste momento 
a case a metade de Europa, non deberían ignorar que as recentes eleccións en Italia, Gran Bretaña, Polonia ou Hungría, seguramente serían o canto de serea do que Homero advertiría hoxe a oíntes e lectores.

A paisaxe do singular

E para non caer no bizantinismo, haberían de coidarse da vixencia de principios implícitos tan “naturais” que, por tales, deban ser dados por bos e inamovibles. Esa suposta bondade da Natureza, que a Economía clásica impoñía na relación política dos humanos, pretende seguir sendo o regulador único da oferta e a demanda. A consiguiente selección duns poucos -producida polo darwinismo social- seguirase xustificando por si mesma, sen avergoñarse de que todos os demais sexan asalariados precarios ou escravos. É máis, percibida unha conexión inescrutable entre a Natureza e Deus, mel sobre filloas para que algúns monoteístas sigan felices facendo descansar a fatalidade de vida das maiorías na sacrosanta vontade divina, só benevolente a través de vontades caritativas ou filantrópicas.
 

Este ciclo electoral non indicou que esta mentalidade, esencialmente urbanita, non determine -entre outros desenvolvementos- o alegre baleirado a que foi sometido o territorio rural, ou que as políticas sociais -esenciais nos pactos que se acorden- vaian ter ampla acolleita nun Estado reducido a mínimos nestes anos. Consello non pedido, consello non oído, pero tería graza que, logo de máis de dous séculos de pelexas por unha xustiza distributiva acorde cos dereitos solemnemente proclamados desde 1789, volvésemos como cegos a renovar os motivos de pelexa por conseguilos. Líderes hai cuxas ambiguas vitorias nesta serie de eleccións faranse valiosas no transo de posibles pactos con axendas empeñadas en que regresemos a ese pasado de malestar social e en tirar pola borda o logrado. Na paisaxe moderna a que aspiran, cada cal se apañará coa súa “liberdade”, “singular” por emprego precario, salario escaso, sanidade recortada e circuítos educativos diferenciados.

O taboleiro de xadrez

Cos acordos e reparto de cromos que xa están en marcha, pronto se verá como fían fino no que asignen á educación pública. Apenas presente nos debates electorais -porque sempre tiñan algo máis importante de que falar-, chega a hora das definicións. Empeñarse en gañar ou en ter razón son ambicións plausibles, pero sempre derivan en opcións que é imposible simultanear en política: empeñarse en ter “sempre” razón é puro sofisma e nada vale o tancredismo. Pronto serán urxidos, unha vez máis, por criterios interesados en que a boa educación está sempre fóra da escola pública e en que o Estado poña as súas mans o máis lonxe posible porque, entre outras cousas, “adoutrinaría” en algo que queren exclusivo das familias. 

Sucumbir a esta tentación -sen amentar nunca o negocio dos colexios e a súa contorna engadida- facilitará os posibles pactos que están en xogo, e é moi probable que, máis dun político, na súa opción por “gañar e ter razón”, pronto repita que o necesario hase de levar por diante o principal. Puidese resultar, pois, que o medio se impoña sobre o bo fin e que -por moito que poida dicir a posteriori- non arrisque o seu posto para que a escola pública teña garantida posición principal na estrutura do sistema educativo. Recitar en vésperas electorais salmodias distintas, non lle impedirá loas aos particulares criterios da concertada e, se sofre a igualdade, será que o guión deste xogo de xadrez dá valor naturalmente asimétrico ás súas pezas. Comunidades haberá en que todo será como nos últimos 13 anos ou peor. ¡Atentos! 



TEMAS: Educación pública e concertada. Pactos postelectorais. Redes sociais. Unión ou desunión europea. Nomenklatura.


Manuel Menor Currás

Madrid, 30.05.2019.

Estamos enleados na banalidade tamén despois do 26M?


 
Os acordos democráticos non serán fáciles. Seguirá sendo máis barato, pero moi arriscado, erosionar a súa posibilidade con espectáculos excluíntes.
 
Os bispos de Lleida e Solsona/Monzón foron noticia, o pasado 16 de maio, porque se enfrontaban, ante un xuíz civil, por cuestións de propiedade. Indirectamente, estaban moi explícitas outras de índole territorial ligadas ás variacións administrativas das súas dioceses e, tamén, ás de índole política. Tratándose de obras artísticas principalmente medievais, a volatilidade da Historia, de entón a hoxe, está presente na cuestión; as relacións de Aragón e Cataluña tamén, e, con todo iso o orgullo de perteneza, do que poder alardear ante a parroquia. 

Liorta

Probablemente teñan máis interese aínda as implicacións xurídicas e, de carácter estrictamente vinculado á historia do catolicismo. Ao que se ve, o litixio non ha ter solución na dinámica xudicial da Igrexa segundo as pautas privilexiadas que establecen os Acordos de España co Vaticano de 1977-79 -con varias sentenzas internas en contra dunha das partes, que non atoparon forma de executarse-, nin tampouco valeu nada o concepto de catolicidade que, supostamente, debería servir para que a disputa atopase arranxo: todos Igrexa e todos obedientes ao que diga Roma. A verdade é que, por razóns máis sutís, ligadas a interpretacións bizantinas, nos séculos IV e seguintes -en que concilios pouco conciliatorios ventilaban dun golpe sesudas discusións platónicas- xeráronse odios teolóxicos capaces de levarse por diante escolas de intérpretes por ser “herexes” e, de paso, os seus escritos, elucubracións e pertenenzas. O dogma -como conta Mosterín á propósito de Nicea, Cartago e a serie de concilios constituíntes do catolicismo no século IV- construír duramente. En diante, a escolástica encargaríase de reafirmalo sinalando claramente aos adversarii. Máis recente, a neoescolástica de finais do XIX proseguiu na faena como puido, tratando de tecer proteccións contra cantos “modernismos” pretenderon dar coherencia ao relato católico nun mundo crecentemente tecnificado. Mérito dese esforzo parece que España leve 114 anos de atraso, respecto de Francia, en canto a separación de Igrexa e Estado.
Nos tempos políticos que corren, de perfís presuntamente seculares, aflora de continuo esa mesma pulsión contradictoria. Os debates e declaracións adoecen de predeterminación verbal, pretenden que confundamos o ravo coas follas e o que menos impulsan é o coñecemento, o entendemento e os acordos razoables para que a vida dos cidadáns sexa máis digna. Da verbosidade da maioría dos líderes políticos -especialmente cando están en campaña- non cabe senón deducir que esperan a adhesión fervente ás súas conviccións, independente de toda intelixibilidade; unha fe que nos leve a crer no que non vemos. E do xogo de argumentos, máis provocadores que dialogantes, só se adivíña a prevalencia oportunista. Terminado hoxe -provisionalmente polo menos- esta cuádruplo conxunto de eleccións, ao ritmo que vai o tempo político parece que a secuencia de rifas e desatinos vaia a continuar de seguido. O cómputo do que veu acontecendo desde hai un mes -tanto no Parlament de Cataluña como no Congreso de Deputados- non fai senón augurar que o que ocorra a partir deste 26M vai ser un continuum de sobresaltos verbais e xestuales, máis sensacionalistas que esclarecedores, na defensa de credos prefixados. 

Ruído

Nas pelexas de barrio da infancia, o máis excitante era a sensación de control do espazo; os descalabros eran o de menos. Nas disputas estratéxicas dos nosos líderes, isto é o que importa. Ese parece que entendan sexa o poder e non a vontade de acordos, sen que conten moito as baixas nin os efectos colaterais dos desatinos. Verase mellor a partir do día 27M, cando de fixar alianzas se trate e de concretar a calidade das promesas feitas en tempo electoral que, agora, ademais, tenderá a selo todo o que logre sosterse alguén á fronte do Goberno central, dun autonómico ou dun municipio.
 
O risco de que vaia a ser así o presaxia a excitación informativa que emiten os medios de contino, nada desmerecedora da que se puido ver á propósito de Iceta en Cataluña ou dos primeiros pasos de Batet á fronte do Congreso de Deputados. Dalgúns/algunhas actores deste espectáculo tan pouco “edificante” para a cidadanía parecese que cando se levantan pola mañá listos para a vida pública, xa saen coa prefixada intención de meterlle un dedo no ollo aos seus adversarios, con palabras e lemas apuntando directamente a algún ou algunha a quen, coma se de tiro de feira se  tratase, dixéronlle que deben abater. É de ver, así mesmo, como rápidos reporteiros xa están cos seus micros e cámaras en ristre dispostos a transmitir en directo o resultado da salvaxada textual e tontería verbal. Con dúas ou tres dose en vea, os oíntes e televidentes do espectáculo educados quedamos inoculados para o resto do día. Se de votar se tratatrátase , aleccionados déixannos para adecuar a papeleta ao cabreo. E se de ir ao curro, como sucederá mañá 27M á maioría, preparado deixan ao persoal para tratar a semellantes, compañeiros ou subordinados, a seguir o exemplo dos máis anoxados próceres; todo menos procurar un ambiente sociable e máis atractivo para todos.

E xordeira

A estas alturas da película, logo dun mes de xuvenil bombardeo de tal guisa, mentres os riscos de inestabilidade internacional crecen e a fenda social segue onde se instalou nos anos de crises, a xordeira respecto da educación formal, pública, parece que vaia a seguir onde a deixaron nesta desabrida coxuntura. Con todo, iso non foi obstáculo para que, nestes últimos anos, o crecemento das ganancias empresariais neste ámbito se multiplicaran. Como escribe Daniel Sánchez en Eldiario.es, “os colexios privados e concertados duplicaron os seus ingresos en 13 anos”. 
Tendo en conta de que, por mor da hexemonía das organizacións da Igrexa católica neste sector educativo, “o pastel” do que se leva en subvencións cada ano son 4.866 millóns de  cada ano, e tendo en conta ademais, que a inmensa maioría dos datos estatísticos sobre práctica relixiosa son moi inferiores á proporción que representan os que envían os seus fillos a estes colexios, resulta sorprendente que os bispos recorran -e non é a primeira vez que o fan- ao arriscado recurso do “impacto socioeconómico” da súa actividade para xustificar privilexios pagos con diñeiro dun Estado supuestamente “aconfesional”. Moi constantinianos parecen os nosos bispos nesta continuada vocación por verse como un Estado dentro doutro Estado, e moi xordos ás raíces do seu propio Evanxeo para ser cómplices dos partidarios do neoconservadurismo, ben sexan estes personaxes mediáticos, empresarios ou representantes electos, activos nas institucións públicas. Tan natural lles parece e tan vontade de Deus, que non dubidan no seu melifluo colaboracionismo para que a sagrada lei da oferta e a demanda triunfe cada ano un pouco máis e se impoña sobre criterios de fraternidade social. Pura economía clásica, bendicida urbi et orbi: coa súa inclinación á “liberdade de elección de centros”, só incentivan a acumulación capitalista, na que tan a gusto se atopan falando de caridade. Coma se a menos Estado de Benestar en igualdade, tivesen máis opcións para exercer tan excelsa virtude relixiosa. ¡Atentos!


TEMAS: Representantes electos. Bispos. Acordos de España co Vaticano. Colexios privados e concertados. Liberdade de elección de centros.


Manuel Menor Currás

Madrid, 26.05.2019