A opinión dos docentes...non conta?

1 oct 2011

SÍNDROME DE INDEFENSIÓN ADQUIRIDA

Manuel Menor
Publicado en Xornal.com o 20.09.2011


Así llaman algunos psicólogos clínicos, para andar por casa –y para sacarles de la domesticación-, a quienes se achantan ante el insistente machaqueo de la autoestima que conlleva una constante persecución de acoso laboral de un superior a sus subordinados.
Hace tiempo que las declaraciones -y actuaciones- de muchos políticos me resultan cansinos, especialmente cuando se refieren a la educación. Desde los años noventa, no es fácil encontrar algún ministro de Educación –de derechas o de izquierdas- seriamente comprometido con la enseñanza pública: más bien les hemos visto flojos, débiles y cediendo terreno a la privada. Nunca han ahorrado a la educación untuosos parabienes que la práctica cotidiana han ido desmintiendo de manera sistemática. Es suficiente con contemplar la cantidad de problemas añadidos que ha supuesto atender, con dotaciones similares a las de antes, a un conjunto poblacional históricamente apartado de la enseñanza, cuando nunca hemos alcanzado la media europea de gasto por alumno. Su distribución, además, ha seguido en muchos casos un orden inverso al de la justicia distributiva. Relean a Santos Juliá (El País, 25/09/11) y verán cómo se ha aprovechado el dinero de todos en Madrid, potenciando sensiblemente la privada y concertada y descapitalizando cada vez más a la pública.
Últimamente, pero ya desde 2003, este afán denigratorio de la pública lo encabezan algunas mujeres. Siguen la pauta de cuando Aguirre fue ministra del ramo, con aquel afán suyo por demostrar fehacientemente que el derecho de todos a una enseñanza de calidad se puede torpedear prácticamente de manera impune en España. No se sabe si por masoquismo o por alguna otra excelsa vocación patológica, tienen en este país amplia cobertura mediática y un nutrido grupo de adictos, lo que les da alas para creerse vocacionadas para arreglar por la vía rápida el difícil trance del fracaso sistémico que tiene la educación española o las lacras de la madrileña en particular. Ahora mismo, con el pretexto de la crisis económica, quieren imponer a la mayoría ciudadana –incluidos muchos de los que las han votado- un sistema de tercera categoría, mientras aceleran los privilegios y atenciones a la enseñanza privada que, de seguir así tendrá en poco tiempo el control adicional del Bachillerato y la enseñanza superior, cada vez más exclusiva de unos pocos.
Cuando muchos de los ciudadanos afectados han tratado de hacerles frente, sus desplantes y formas mendaces nos hacen recordar las mejores maneras fascistas, con los añadidos de marketing político importado que Naomí Klein ha explicado tan bien en The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism (Paidós, 2007). Sin que sea el único, el acreditado Josep Fontana, acaba de desvelar en un artículo que está circulando por la Red -“Enseñanza pública y democracia”- qué nos estamos jugando con esta apuesta. La frustración de los demócratas por la mediocridad que muestran estas sedicentes servidoras públicas ante micrófonos y cámaras, alterna cada día que pasa con el desespero cautivo ante el impune ejercicio de sordidez que perpetran con sus continuos atentados contra la sindéresis. Dicen que han sido elegidas democráticamente y que los actos de protesta son “políticos” –los de ellas al parecer son innominables. Parece que quisieran que la gente aceptara mansamente el síndrome de indefensión aprendida.

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