Vísperas electorales: vuelve el
populismo de la libre elección de centro como señuelo apto para el
olvido. Como si nada hubiera pasado y todo fuera tan ricamente.
A medida que nos
acerquemos a las fechas electorales –no por las elecciones, sino
por algunos procesos judiciales que se encabalgan-, iremos sabiendo
un poco más de las estrechas relaciones que puede haber entre lo
público y lo privado dentro del capitalismo extractivo. Ya saben, la
detracción de recursos por parte de nuestros mejores emprendedores,
quienes a base de invocar el bien público han engordado sus
bolsillos particulares convirtiendo al Estado en aprovisionador de
sus iniciativas y haciendo de la política un dominio propicio para
sus peculiares capacidades. En Educación, Comunidades como la de
Madrid –con el respaldo gubernamental- ya disponen de ejemplos
dignos de estudio sistemático –el de “La
Púnica” es particularmente pedagógico- para cuantos aspiren
en este momento, mediante algún máster singular, hacerse con las
claves estratégicas de un exitoso posicionamiento. Su consolidada
estructura roza la excelencia por la cantidad de ingredientes que lo
conforman.
Los terrenos son
una sólida base primordial: los centros educativos, en sus diversos
niveles y calidades, necesitan espacio y, a ser posible, bien situado
en zonas ya urbanizadas o en proceso de avanzada urbanización.
Cuando ya las vías de la construcción empezaban a dar síntomas de
extraños, los más avezados empezaron a otear el mundo educativo
como tierra prometida para la prolongación de sus actividades.
Muchas de las zonas de expansión de los nuevos barrios tenían
espacios dotacionales apropiados para combinar experiencia
constructiva y nueva división del negocio. Mejor imposible si se
lograban cesiones más o menos gratuitas o, cuando menos, a muy bajo
coste respecto al mercado. De este modo, nuestros más egregios
neoliberales emprendieron maniobras –el “tamayazo” fue en junio
de 2003- para que la Administración pertinente les echara una mano
en el desarrollo de su “iniciativa privada” o su “iniciativa
social” –de ambos modos la han llamado- a fin de constituir
plataformas apropiadas para impartir “enseñanzas de calidad”. Un
Informe
de FETE-UGT acaba de revelar que, de este modo, entre 2000 y 2013
se han destinado más de millón y medio de metros cuadrados para
este tipo de centros. Es importante señalar –como venían
denunciando sistemáticamente también otros sindicatos- que no ha
sido impedimento que el suelo en cuestión estuviera destinado a
educación pública o que, incluso, el alcalde de alguna localidad
hubiera pedido en esos años construir un Instituto público, porque
lo que se ha implantado en su lugar, ha sido un colegio concertado:
sucedió, por ejemplo, en El Boalo.
Las condiciones
ideales de este negocio, es lo que los alumnos de estos másteres
de excelencia han de captar bien. No es fácil ni está al alcance de
cualquiera, hacerse con unas parcelas de ese cariz, prácticamente
regaladas o, en todo caso, cedidas a largo plazo por un canon
irrisorio. El citado informe de UGT, sin embargo, muestra un mapa con
82 parcelas de este género, que la Comunidad de Madrid ha entregado
a diversas entidades para la construcción de colegios que, en
prácticamente su totalidad, son privados o concertados. Del estudio
de este mapa cabe deducir, no sólo la localización más apta para
este tipo de negocio –siempre próxima a alguna zona densamente
poblada y más bien de clase media, y que esté alejada de toda
Escuela o IES público-, sino también su superficie ideal. Alguna
hay de 89.000 metros cuadrados y, más frecuentes, las que rondan los
30.000. No está mal: un campo de fútbol reglamentario puede andar
entre los 90 y 120 de largo por 45 a 90 de ancho, de modo que el
promedio de los de nuestra Liga tienen en torno a 5.000 metros
cuadrados. Y no es menos interesante observar que, sin que se sepa
muy bien la diferencia, algunos de estos terrenos muy bien ubicados
han sido vendidos a sus actuales propietarios mientras otros han sido
adjudicados por una módica compensación anual. Muy conocido es el
caso de un Colegio de las Madres Mercedarias, en Tres Cantos,
entregado a razón de 14 euros el metro cuadrado cuando –según
UGT- estaba valorado en 700.
El posicionamiento es
indispensable para estos asuntos: hay que arrimarse a una buena
sombra. No todo el mundo está en disposición de ser ni parecerse a
algunos de los nombres o entidades como las que se citan en este
mapa: Arturo Fernández, las Madres Mercedarias, el Arzobispado de
Madrid, el ventrílocuo José Luis Moreno, un sobrino de María
Dolores de Cospedal. Nombres a los que habría que añadir bastantes
otros aparecidos a lo largo de estos años, donde destacan las
empresas de enseñanza de Florentino
Pérez y otros colonizadores de carácter religioso más
o menos reciente como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo,
Comunión y Liberación o los Kikos,
amén de cuantos ya tienen tradición en este terreno, algunos muy
arraigada y, otros/as, desde que en Francia la enseñanza se hiciera
eminentemente laica
en 1904 (IIIª República). No todo posible candidato a cobijarse
bajo buena sombra puede entrar de lleno en tales entidades -ellas
tienen sus particulares formas de captación de miembros cooperantes
y son celosas de su selección-, pero si se tiene dinero suficiente,
siempre puede uno cursar específicamente un máster como el de
“Liderago, Gobierno y Gestión pública”, del IADG, donde podrá
codearse no sólo con José María Aznar sino también con muy
destacados empresarios del IBEX-35.
En todo caso, es de particular relieve reconocer cuáles sean las
competencias más apropiadas a desarrollar para meterse en este
beneficioso campo de acción social y… educativa.
Granados y Fígar, dos
personas muy destacadas del entorno de Esperanza Aguirre –actual
candidata a la Alcaldía de Madrid por el PP-, ofrecen, cada una a su
manera, los estilos para saber moverse en la dirección adecuada si
uno decide meterse en este tipo de iniciativas con doble cara,
privadísima y “socialísima”. El primero es en este momento
demasiado conocido en su juego con los colegios concertados y
privados. Una pena, porque lo tenía bastante bien montado y, este
pasado día 11, nos acabamos de enterar de que se estaba llevando
entre 900.000 y 1.200.000 euros por cada uno de los cuatro colegios
que había promovido como concertados en la Comunidad con su socio
Marjaliza.
Para entender mejor el papel actual de Fígar y su ejemplaridad
particular, es muy de agradecer la doctrina que ya dejó sentada -en
agosto de 2011- en un encuentro
en Rímini con miembros de Comunión y Liberación, probablemente
como testimonio de buena compenetración con sus oyentes, disponible
para seguir la sana doctrina neoconservadora. Allí sintetizó la
importancia de tener alguien bien situado en la Administración para
tomar decisiones –o ser uno mismo quien decida- para “mejorar el
panorama de la educación en centros de gestión privada con fondos
públicos”, a la par que la satisfacción por haber ido ampliando
este tipo de centros que “puedan llevar adelante sus propios
proyectos educativos con la ayuda y el soporte de los fondos
públicos”, cuando ya había facilitado la apertura de “79
centros nuevos de este tipo”, habiéndoles solucionado previamente
el “problema del terreno”. Sinceramente confesaba: “hemos
ofrecido estos lugares gratuitamente a organizaciones religiosas,
cooperativas y otras estructuras para que crearan centros sostenidos
con fondos públicos pero con gestión privada”. Podía haber
confesado, igualmente, el meditado programa de desatención que
estaba fraguando contra la educación pública y sus profesionales o
sus nulas iniciativas para innovar la metodología de trabajo de
estos. Hoy cabe preguntarle, además, si, para que un colegio sea
bueno, basta con decir –como repite su propaganda- que es bilingüe
sin ni siquiera evaluar si lo que se está haciendo es realmente
educativo o una manera más de segregación. ¿Podría explicar
también esta contratación exprés
de becarios a que se acaba de apuntar, después de haber
despedido -contando sólo el personal de los CEIPS- a 2.500
interinos?
“Su educación la
eliges tú” es, sin embargo, uno de los eslóganes
electoralistas que estos días invade Madrid en vallas y cuñas
publicitarias de diversa duración. Un pretexto, también, para
aclararse –a la luz de todo lo anterior- acerca de asuntos
cruciales que complican la vida de los ciudadanos inútilmente. El
empeño de muchos políticos en ganarse el voto dándole al palo de
“la distinción”, en vez de explicarnos si su gestión del dinero
público ha sido transparente y se ha traducido en cuidada atención
a una escuela de todos y para todos, ha conducido a una situación
cada vez más gravosa para la mayoría social y privilegiada para
unos pocos. Zonas hay ya en Madrid -como Pozuelo o Boadilla-, donde
no es milagro alguno que los alumnos matriculados en la privada sean
bastantes más que en la pública, como destacaba Luis Gómez el
pasado día cinco en El País y, a este paso, después de que
la LOMCE consagrara la legalidad de la subvención por sexos (84.3) y
que la iniciativa privada pudiera consagrarse como “demanda social”
en cuanto a centros educativos (art. 109.2), pronto tendremos varias
Españas con certificación programada. Ya tenemos muchas maneras de
interpretar el artículo 27 de la Constitución. Sólo falta que
ahora nos creamos que de nosotros –de todos nosotros- depende esto
de la libertad de elegir centro; que esta libertad de elegir que se
pregona es posible a todos los ciudadanos y, por tanto, que, si te
equivocas es tu problema, claro, y que la Administración no tiene
nada que ver en tus posibles yerros.
Mientras
lo discutimos, un grupo específico bien trabado se apropia del
espacio y los presupuestos de todos, y otro, considerablemente mayor,
es gradualmente excluido hacia una creciente precariedad, como
advierte Bernardo Secchi en La ciudad de los ricos y la ciudad de
los pobres (Ed. La Catarata, 2015). La educación que están
construyendo los ricos o los que se sienten como tales -la finca
particular que están creando dentro de España- es crecientemente
“distinguida”, muy propicia para la fragmentación social. Cabe
preguntarse si la ventajosa captación de talentos emprendedores que
tan vacuamente se está defendiendo y la estrecha colaboración
institucional que propugnan los ejemplos más conspicuos de
corrupción que cada día conocemos más, seguirá dándose a partir
de las siguientes elecciones. Si eres votante, tú sí que decides.
TEMAS: Operación Púnica,
Granados, Fígar, Privada-Pública, FETE-UGT, CCOO, Bernardo Secchi,
Art. 27 Constitución, LOMCE, Becarios, Encuentro de Rímini.
Manuel Menor
Currás
Madrid,
12/03/2015
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