Los jueces
concretarán más cómo muchos de quienes han decidido últimamente
en políticas educativas han mostrado grave desparpajo para mentir.
Ahora dicen que quieren oírnos. ¡Vaya relato!
Entre lo provisional y lo
eterno, cabe que todo vaya bien. Es propio de esta ambivalencia
cansina tratar de hacer ver que todo sigue igual, para que la
vecindad esté tranquila, no se conmueva de súbito y vaya a recelar
de cómo hayamos llegado a tener que inquietarnos. Hay días en que
la prensa no cabe en sí misma en su labor tan bien pagada de tratar
que no se note si los políticos suben o bajan. Pese a lo cual,
revienta por las costuras de la desinformación y permite adivinar
bastante que ellos sí saben si suben o bajan. Se encuentran siempre
–muy a la galaica- entre lo provisional y lo eterno. Que todo es
provisional es evidente: todo lo histórico lo es, no digamos lo que
constituye la actualidad periodística, con un presente siempre
mutante. Y en cuanto a lo eterno, sabido es por la propia Historia
–sin necesidad de meterse entre líneas- que es propio de quienes
contemplan su posición de poder o de relación social sub specie
aeternitatis, estar habitualmente en plena ascensión hacia la
nada. Nada de provecho han hecho nunca y creen que, con haber fingido
que lo han hecho o estarlo haciendo, ya tienen un mérito
inenarrable, cuando están cavando el desprecio y el olvido, incluido
el de quienes más les han adulado. Han perdido el sentido de su
función.
Eso dice la Historia, y
también muchos de los cuentos con que adornamos el dulce sueño de
nuestros niños. Eso tratan de enseñarles, contrariamente a lo que
cualquiera puede leer o cree poder leer en una mirada rápida a la
prensa cotidiana. La retahíla de despropósitos, siempre
provisionales -propios de improvisación permanente y difícil
éxito-, unida a ese aprendizaje lento que sólo pocos han podido
hacer de mirar a los demás sub specie aeterna impunitatis,
hace pensar en que este esta pueda ser razón relevante por la que
estos chicos de un Gobierno provisional –o sus semejantes aspirando
a repetir mayorías en Galicia o País Vasco- se empeñen en hacernos
creer que todo va bien y que incluso irá a mejor.
Aguirre
Veamos algunos titulares
últimos. Lo de Aguirre
y Millán Astray, por ejemplo, tiene mucha gracia, si se observa
cómo baila en medio de tanto parásito de que se ha rodeado. Desde
que fue ministra de Educación, fue patente su afán porque siguiera
vivo el modelo de Historia que había propiciado José Mª Pemán. Y
cuando llegó a la presidencia de la Comunidad madrileña, no dudó
en ejecutar lo que en aquel entonces no había podido. Al entrar en
el Diccionario Biográfico de la RAH, ha llegado al empíreo,
presumiendo de
un liberalismo tan peculiar que da para escribir una nada
ejemplar contrabiografía, especialmente si se echa cuenta de la
cantidad de amigos de que se ha rodeado desde antes del Tamayazo y de
las contradicciones desenfadadas en que ha navegado. Es de las que
miran el mundo sub specie aeternitatis. Viendo qué dice y qué
calla esta cazatalentos descarriados del susodicho golpista, es
irremediable acordarse del falso interés que puso en “las
Humanidades”. Los buenos profesores de Historia –que los hay- se
acuerdan siempre de lo mucho que hizo para que les fuera
prácticamente imposible explicar decentemente el Siglo XX español:
todo sea por Atapuerca y Recesvinto. Ahora sabemos, además, cómo La
Púnica le montó
un ejército de tuiteros hooligans que acusaran al paciente
profesorado de vagos e inconscientes derrochadores. Con dinero
público, extendió en las Redes su monomanía contra la enseñanza
pública, y dejó un claro ejemplo de señoritismo político
pretendiendo utilizar la representación pública sub specie
aeternitatis, pro domo sua.
Fígar
Lo
de Figar y la UCO de la Guardia Civil no tiene ninguna gracia,
especialmente si se desea vivir en un país donde la lealtad
democrática sea un valor digno. ¿De qué valores hablaba esta
mujer, cooperadora indispensable de la otra? Tuvo que dejar su
querida Consejería de Educación madrileña en junio de 2015, y
ahora empezamos a enterarnos de sus tropelías nada edificantes.
Sabíamos que había predicado a sus colegas cielinos en Italia el
bien que estaba haciendo con las privatizaciones en Educación,
evidentemente provechosas para los de su cuerda y allegados. Sabíamos
también cómo se había hecho acompañar en la gestión de los
asuntos educativos de personas a las que se les conocía su limpio
afán de abandonar la tiza, sin que se les conociera ningún otro
mérito. Pero según la UCO, parece que, con dinero público, se
dedicó a servir a su señora, generando spam contra quienes
criticaron tanta gestión sectaria y poco partidaria de la escuela
pública, justo en 2011 cuando hicieron los recortes más
preciosistas y dañinos. Ello no obsta, evidentemente, para que ante
su protectora pueda aducir que, mientras estuvo pagada por todos,
hizo crecer la enseñanza privada en Madrid más que en ninguna otra
Comunidad. Es posible que su perspectiva de la eternidad, tan amasada
con la Púnica sea una versión nueva del “todo es bueno para el
convento”.
Hete aquí, además, que
el que era su jefe de prensa, y actualmente es director
de comunicación en el Ministerio de Educación, también aparece
involucrado por la Guardia Civil en este caso de la Púnica, por
supuestas irregularidades en el pago “con dinero público de
trabajos que beneficiaban la imagen personal y la carrera política
de la titular de la Consejería”. El cuento de nunca acabar o, si
lo prefieren, que nos queda mucho por aprender en la secuencia de
paseíllos a la Audiencia Nacional que se avecina. Puede que no
alcancemos a verlo completo, porque, hartos, nos hayamos pasado a
pensar que casi todo sigue igual como cuando, en el Antiguo Régimen,
el Tercer Estado sólo pagaba pero no hablaba.
Feijóo
Llegados a este punto, lo
de Feijóo y el inglés que ha prometido potenciar en Galicia es
muy desconcertante. Si el objetivo es atender mejor a los turistas de
cruceros, como mucho sería de provecho en Vigo y Coruña; tal vez
Ferrol. A la Galicia interior no parece que haya de resultarle
especialmente ilusionante el proyecto, como no sea para dejar de una
vez yerma la demografía de tantas aldeas. Ni el Camino de Santiago
da para tanto, ni los ríos gallegos son navegables…, todavía.
Pero las promesas electorales obran milagros y puede que pronto
llegue
a Peares algún crucero mediterráneo. Si uno lee con paciencia las
memorias de excavaciones no especialmente antiguas en algunos
castros, no es imposible encontrar precedentes a cuenta de
imposibles entrecruzamientos comerciales de nuestros ancestros.
También en la Peregrina de Pontevedra, un sacristán que por allí
andaba en 1957, explicó a un grupo de estudiantes imberbes, que una
talla de un Crucificado a la que señalaba, era del siglo IV antes de
Cristo. No obstante, antes de meterse en faenas de más apariencia
mediática que de resultados tangibles de interés general, no sería
desaconsejable que, abandonada esa política de eternos desencuentros
con la realidad existente, se informara bien del desastre que algunos
bilingüismos imperantes están produciendo en otras áreas de la
geografía hispana, tales como segregación temprana dentro de los
centros, desconfianzas profundas entre docentes y, de regalo, una
ignorancia programada de nuestras lenguas.
El Neolítico
Si estas noticias de
prensa hablan de quienes se han empeñado en decirnos que todo va
bien o que ha ido muy bien, hay otras que no logran ocultar que todo
sigue igual. Igual de mal sobre todo. En la órbita de lo educativo y
cultural, ahí está la sentencia judicial contra un supuesto
empresario al que el Neolítico
le importaba un bledo y prefirió dar rienda suelta a su
emprendimiento: arrasó uno de los yacimientos más importantes de la
Península. En las cartas de Próspero Merimée a María Eugenia de
Montijo, esposa de Napoleón III, hay abundante material para ver
cómo se podía uno hacer con abundante riqueza artística y
bibliográfica española por cuatro perras. Buena parte de ese
patrimonio fue malvendido desde mucho antes, como documentó
ampliamente Gaya Nuño. Esos hábitos del expolio fueron todavía muy
amplios los años sesenta, cuando desde estas tierras salían
camiones llenos con lo que aquí parece que nos sobrara. Más de un
responsable de alguna Comunidad abundante en restos arqueológicos
podría contar cómo tuvo que echar de su despacho algún ávido
constructor que le había ido a preguntar a cuánto ascendía la
multa si no se daba cuenta de algún posible hallazgo….. Ahí
seguimos: si no igual, casi lo mismo.
La Turistificación
Pero habiendo turismo,
dirán algunos, esto del Neolítico qué más da… Pero ni los
economistas actuales, ni los sociólogos clásicos del turismo y sus
fenómenos colaterales son tan ingenuos. Los primeros, si se ponen
atentos a los flujos de dinero que genera esta actividad, enseguida
nos descubren qué parte del pastel que generan los paquetes
turísticos queda a los países anfitriones. Para muchos, sucede algo
muy similar a lo que sucedía con las economías coloniales en los
territorios dominados por terceros, sólo que más blando. Francisco
Jurdao lo dejó escrito hace bastantes años, cuando escribió España
en venta (1979). También suelen insistir en dos o tres
cuestiones conexas que a Rajoy se le pasaron en su intento de
investidura. Dijo una serie de tópicos para usar en provecho propio
los datos bonancibles de turistas llegados a España este verano, y
se olvidó de decir lo coyuntural que es el fenómeno, frágil y
condicionado por la inestabilidad de las zonas mediterráneas
oriental y de mediodía. Por otro lado, ni citó la devaluada mano de
obra en que se asienta el despliegue de las operaciones turísticas.
No es insólito, por ello, que Vicenc Navarro se haga eco de lo que
en ciudades como Nueva York está sobradamente analizado: a dónde
conduce el fenómeno
de la turistificación y su íntima relación con la
gentrificación, ese otro fenómeno de expulsión de las clases más
populares de las zonas más apetecibles de las ciudades, a cuenta del
alza de precios que experimentan las viviendas situadas en esas
áreas. En Barcelona, el fenómeno ya constituye un serio problema y,
en Madrid, ya hay áreas en que también.
Pues bien, si quieren ver
un área donde casi todo sucede muy parecido a este doble proceso que
está generando el turismo, miren los asuntos educativos con cierta
pausa. Verán, por ejemplo, cómo el fenómeno de la pobreza sigue
ahí plenamente vivo, casi idéntico a cuando el Jesús del Evangelio
dijo que pobres siempre los tendréis entre vosotros. Ya hace de eso,
pero parece que sirviera de cobertura quienes miran esta cuestión
sub specie aeternitatis. Les sirve de pretexto para
sostener o ayudar a que otros sostengan un paisaje antropológico
presuntamente heredado de Adán y Eva, muy apto para realizar obras
benéficas como las que sacó a relucir Aguirre a propósito de su
ultimo motivo de arenga. Poco les sirve para preguntarse por qué
existe esa pobreza y cómo hacer para erradicarla y el caso es que, a
ojos de una organización como
Save the Children –tan directamente metida en los atolladeros
marginales de la infancia desde las consecuencias nefastas de la
Primera Guerra Mundial en este sector poblacional-, el abandono y
fracaso escolar siguen ahí multiplicándose, independientemente
de lo que suceda entre niños o niñas que pertenezcan a familias
con posibles, en la amplia gama de repercusiones variadas de la
crisis.
Y Méndez de Vigo
El icono más
representativo de todo este modo de proceder ante los problemas de
los sectores más débiles con actitudes que eran norma de la más
selecta educación antes del siglo XIX, es el actual ministro de
Educación. Sin mover un pelo de cuanto hizo su antecesor, ha
confirmado el guión que a Wert le habían encargado llevar a cabo:
ahí está su decreto sobre reválidas de este verano. No ha querido
ser “provisional” y, de añadido, amplifica la conflictiva
legislatura concluida el 20-D con el proyecto de Estatuto Docente que
le ha preparado el Sr. Marina. Trata así de amortiguar o, más bien,
demorar el tempo gubernativo, por ver si la carambola electoral
vuelve a darles la mayoría que tuvieron. Por eso, está llamando a
su despacho a los representantes de las organizaciones sociales y
sindicales para “oírles”, actividad que no necesariamente
implica escuchar con atención. Los clásicos griegos eso decían de
la esfinges.
Pase
lo que pase en las elecciones gallegas y vascas, todos los alegatos
de España va bien, esto crece, y otros llamamientos a la imposible
tranquilidad, son absolutamente provisionales. Estos señores que
miran al resto de los españoles sub specie aeternitatis
porque no va con ellos que tengan que cambiar su modo de mirar a los
demás porque todavía les votan bastantes electores, pronto
empezarán a mesarse las barbas porque tal o cual sector de la
Comunidad educativa haya convocado una huelga, manifestaciones
diversas y más mareas que contradigan totalmente esta bonanza de
sainete. Si fueran más leales a toda la ciudadanía y no confiaran
tanto en lo que esperan que pase en unas terceras elecciones, no
estaríamos aquí esperando a Godot.
TEMAS: Elecciones.
Mentiras y verdades. Corrupción. Problemas no resueltos.
Manuel Menor Currás
Madrid, 24/09/2016.
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