El 22 de abril de 2013, se cambió el nombre de la céntrica plaza municipal, para recordar el final nazi en la ciudad del Sena, “liberación” a que contribuyeron muchos republicanos españoles.
Rebautizada como
Explanada de la Liberación, esa plaza es uno de los puntos
emblemáticos de París, muy cerca de Notre Dame, les Halles y el
Centro Georges-Pompidou. La preside un imponente edificio
neorrenacentista de 1873, recargado de estatuaria historicista, desde
donde se gobierna la ciudad. Antes, se había venido llamando Plaza
de Grêve y, desde 1803, de l´Hôtel de Ville. Allí –en ese
espacio hoy tan lúdico y protocolario-, actuó por primera vez la
guillotina revolucionaria, continuando la función de lugar
ejemplarizante de ejecuciones que había tenido desde la baja Edad
Media. Cuando la propuesta de cambio nominal fue sometida a
deliberación del Consejo de la ciudad hace más de un año, la
exposición de motivos aducida fue que “en la noche del 24 al 25 de
agosto de 1944, París fue liberado por la policía parisina, las
Fuerzas Francesas del Interior sublevadas en la capital por el
coronel Rol-Tanguy y la 2ª División Blindada del general Leclerc
con el capitán Dronne al frente de los elementos avanzados”.
(http://a06.apps.paris.fr/a06/jsp/site/plugins/odjcp/DoDownload.jsp?id_entite=25257&id_type_entite=6).
Igualmente, se hacía mención a que, al día siguiente, allí había
tenido lugar la recepción del general De Gaulle por miembros de
distintos comités y destacados combatientes, al que había seguido
su discurso a la población: Paris outragé! Paris brisé! Paris
martyrisé! Mais Paris liberé!. La liberación de París –se
añadía- “es una victoria militar, que contribuyó también a una
victoria política de Francia, fruto de la acción conjugada de la
resistencia interior y exterior”. La modificación de nomenclatura
era propuesta por la actual alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo,
gaditana de origen e hija de inmigrantes españoles. Y el entonces
alcalde, Bertrand Delanoë, añadía que se pretendía “rendir
homenaje a los resistentes, a los franceses libres, a los aliados y a
todos los insurgentes que han liberado París en la noche del 24 al
25 de agosto de 1944”.
Tampoco en tan
reciente ocasión administrativa, sin embargo, fueron nombrados
expresamente los españoles que habían tenido tanto que ver con
dicha “liberación”. El relato oficial los dejaba subsumidos -e
invisibles- debajo de una pluralidad de “elementos avanzados”,
pese a ser el núcleo principal de esa avanzadilla del capitán
Dronne al entrar en el corazón de París y alcanzar su Ayuntamiento
a las 21,22hs. del día 24 de agosto de 1944. Se alargaba, aunque más
matizado, el afrancesamiento de esta historia en que tan importante
había sido el papel de los españoles, tantos años expulsados de
la memoria colectiva francesa. Y no es que Anne Hidalgo, entonces
vicealcaldesa, no supiera nada. Por sus circunstancias concretas
–abuelo republicano exiliado, padres también emigrados a comienzos
de los sesenta, doctorado en Lyon, inspectora de trabajo y militancia
socialista-, le venía dada la familiaridad con los 144 españoles
mandados por el teniente alicantino Amado Granell, el primer
uniformado aliado que entró en el palacio del Ayuntamiento parisino
donde, con otros compañeros al mando del capitán Dronne, había
enlazado, por fin, con Georges Bidault y el Consejo Nacional de la
Resistencia, ocupantes de ese edificio desde unos días antes. Esa
entrada en la plaza de l´Hôtel de Ville, y la fotografía de
Granell con Bidault, publicada al día siguiente por Liberation
proclamando: Ils ont arrivées, debería haber formado
parte del bagaje cultural de esta mujer nacida en San Fernando en
1959. Y seguramente también lo había sido la alegría de Victoria
Kent aquellos días, por la lectura de sus memorias de exiliada. Le
han tenido que ser familiares las fotografías de estos hombres
subidos a aquellos primeros camiones artillados y tanquetas que,
rotulados con los nombres de Guadalajara –el primero en entrar en
la plaza-, Madrid, Teruel, Guernica, Ebro y, también, España Cañí,
Don Quichotte y Almirante Buiza, llenaron de alusiones a España y su
pasada guerra el centro de París en un momento tan especial. Más de
una vez en su entorno familiar tuvo que escuchar el ¡Ay Carmela!
que, esa noche del 24 al 25, se cantó en las cercanías del Sena,
como si de la batalla definitiva de la República española se
tratara. Dronne sí había captado ese sentimiento: “¡Qué
satisfacción –había escrito- y qué felicidad para aquellos
españoles, combatientes de la libertad. París era un extraordinario
símbolo para ellos”. Hidalgo tenía que haber visto, además, las
fotografías en que aquella bandera republicana había ondeado en el
primer desfile patriótico que siguió el día 26, al lado de De
Gaulle, por los Campos Elíseos. E incluso unas cuantas veces más,
porque a lo largo de tantos años transcurridos desde entonces, los
menguantes luchadores de aquellos días y sus amigos pronto empezaron
a organizar, por motivos de exilio y peleas contra el olvido,
resistentes actos reivindicativos de su memoria en suelo francés año
tras año; en el cementerio del Père Lachaise, por ejemplo, o ante
el propio Hôtel de Ville, mientras los relatos oficiales de las
jornadas liberadoras de agosto marginaban siempre, de manera
consciente, la presencia española –y otras presencias extranjeras-
en aquella guerra. Prueba fehaciente de que la ahora alcaldesa de
París sabía todo esto es que la propia Ana -o Anne- Hidalgo ha
prologado una atractiva y bien documentada narración gráfica
titulada LA NUEVE, les républicaines espagnoles qui ont libéré
Paris (Editions Delcourt-Mirages), con dibujos y guión del
valenciano Paco Roca. En ese prefacio, Anne, consciente de esa
historia de desmemorias y de que, de algún modo, esa presencia
española era un pago a los brigadistas que habían ayudado a
sostener los ideales republicanos en España, escribía en abril de
2014 que, entre las tropas que habían liberado París y restablecido
el orden republicano en Francia, “no olvidamos nunca que había
hombres cuyo país no había sido liberado y que no lo sería durante
mucho tiempo”.
No era la primera vez
que el dibujante valenciano plasmaba en viñetas de cómic
-documental, no inventado como en las Hazañas bélicas de los
años cincuenta- lo acontecido a españoles exiliados en Francia.
Este très beau roman graphique –que dice Hidalgo- había
sido editado ya en España por Astiberri Ediciones como Los surcos
del azar con buen éxito de crítica especializada el año
anterior. En El País (28/12/2013), por ejemplo, sus lectores
lo habían calificado como mejor cómic del año. En la corriente de
algunos narradores gráficos que, desde los primeros años de este
siglo, sobre todo, han asociado su creatividad con el trabajo de
documentalistas e historiadores y han popularizado lo que éstos han
logrado investigar. Esta historia de “aventura heroica y trágica”
ya había salido de la penumbra para entonces. Desde 2008, la
corresponsal de Tiempo en París, Evelyn Mesquida, tenía ya
tres ediciones -una reciente en francés, en 2012- de su libro-
reportaje La Nueve: los españoles que liberaron París (Ediciones
B y, en 2010, Zeta-bolsillo), donde dejaba a la luz, a través del
testimonio de algunos supervivientes con quienes había logrado
contactar –pero también mediante la incursión en la documentación
administrativa francesa, en que hay constancia de las múltiples
condecoraciones del más alto nivel para nuestros compatriotas-, la
ruta vital seguida por aquel grupo de perdedores de la guerra civil
española. Desde que en 1936 habían cogido las armas para defender a
la República con apenas 20 años, hasta que entraron en la plaza
parisina en agosto del 44, con pasos intermedios, desde Alicante, en
Orán, el Tchad, Casablanca, Liverpool, Southampton y Normandía,
para culminar sus hazañas –cuando en “La Nueve” ya sólo
quedaban 16 españoles- en Berchtesgaden, el 5 de mayo de 1945.
Algo antes del libro de Evelyn, Rafael Torres había escrito El
hombre que liberó París: Amado Granell y la última batalla de la
República (Temas de Hoy, 2007), donde podía seguirse el mismo
periplo de los exiliados que, abandonada España en 1939, fueron a
parar a la legión extranjera francesa y, más en concreto, a la
NOVENA, donde Granell ejercería como teniente. Al calor de este
libro y del de Evelyn, también el capitán de esta compañía de la
División Leclerc, Raymond Dronne –muy destacado ya en el libro de
Evelyn-, encontraría en El Diario de Burgos (26/10/2008) una
semblanza muy cercana: R. Pérez Barredo había averiguado cómo le
habían puesto al frente de aquella Compañía de españoles altivos,
entre otros motivos porque conocía bastante bien nuestra lengua
desde un temprano curso de verano en la ciudad castellana. Y
destacaba lo bien que se había entendido con sus subordinados en el
tiempo de milicia y después, preocupado por “el honor” que se
les debía: “Los
voluntarios españoles de La Nueve –dejó escrito este francés en
una especie de memorias-
contribuyeron a escribir una gran página de la historia con su valor
y su sangre. Tuvieron la gloria de entrar los primeros en París, de
participar en el camino hacia Estrasburgo, y de terminar su epopeya
en Berchstesgaden”, el nido de Hitler, “aunque muchos de ellos no
llegaran a ver el final de la guerra europea” (Ver:
http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/24843/3/THVIII~N85~P14-29.pdf).
La
menor reticencia
de la ahora alcaldesa al recuerdo expreso de sus compatriotas
españoles en esa plaza desde donde rige la municipalidad de París
desde abril de este año, no evita la sensación de frustración
vivida por los supervivientes y sus familias a lo largo de todos los
transcurridos desde aquella gesta. Los particulares intereses
franceses por cohesionar su país nacionalizaron el relato de
aquellos días: prefirieron encubrir la cobardía de la Asamblea
Nacional que había puesto final a su IIIª República, y entregar
“todos los poderes del gobierno” al mariscal Petain el 16 de
junio de 1940
(www.marechal-petain.com/versionespagnol/allemandsparis.html).
La
sombra de las relaciones internacionales desde antes del final de
aquellla guerra, la inmediata “guerra fría” y nuestro peculiar
“aislamiento” durante el franquismo –que nos ha contado Joan
Garcés en Soberanos
e intervenidos (Siglo
XXI)-, unidos a nuestra laxa manera de tratar la memoria histórica
durante la Transición y ahora mismo, han hecho el resto: que la
odisea de los cerca de 3000 españoles alistados en el Corps
franc d´Afrique,
y especialmente las decisivas peripecias de los que integraron LA
NUEVE dentro de la División Leclerc, apenas sobrepasaran su círculo
amical o los azarosos relatos ocasionales de algunos viajeros
soñolientos en “el Puerta del Sol”, antes de llegar a la
estación de Austerlitz.
El
tiempo y la frágil memoria
tienen ahora mismo menores ocasiones para espabilarse con tal
casualidad: el avión y los aeropuertos no facilitan el pausado fluir
de los recuerdos de quienes viajan entre París y Madrid o viceversa.
Incluso hoy, cuando en los dos últimos años la presencia de
nuestros compatriotas en esa Plaza de la Liberación ha sido
homenajeada por François Hollande, los nombres de los mismos han
sido dichos, y el explícito reconocimiento AUX
REPUBLICAINS SPAGNOLES COMPOSANTE PRINCIPAL DE LA COLONNE DRONNE,
ya figura –también desde hace dos años- al lado de los doce
medallones en bronce que, en homenaje al riesgo corrido por esa
columna dentro de la ciudad ocupada, jalonan desde agosto de 2004 los
hitos principales de aquella travesía. Ahora, esos casi tres
kilómetros que hay desde la Porte d´Italie hasta el propio Hôtel
de Ville no podrán ser recorridos ya sin que esa leyenda epigráfica
en mármol acompañe nuestra mirada, para reiterarnos la orgullosa
participación principal de LA NUEVE de Granell en las peripecias de
lo ocurrido aquel 24 de agosto de 1944 (Ver:
(http://paris.rutascervantes.es/ruta/lanueve/lugar/place-hville
).
Pero cabe esperar, por ejemplo, que pudiéramos ver al lado de la
alcaldesa parisina Mme. Hidalgo y del presidente francés -en el
previsible ritual que este año conmemorará la “liberación”-,
alguna muestra de que la desmemoria oficial española se liberaba de
la frialdad de su particulares espectros. Fueron varios miles, y no
unos pocos, los españoles que, en la División Leclerc –y en
otras- pelearon durante esa guerra por ideales que presagiaban los de
la libertad democrática que hoy decimos compartir desde España con
los europeos. ¿Sería mucho pedir que -después de 70 años- las
autoridades francesas que presidan el homenaje del próximo 24 de
agosto en esa Explanade de la Liberation parisina, estuvieran
acompañadas por personalidades españolas de similar rango
institucional? El pasado tres de agosto, en Lieja, con motivo del
inicio de la ofensiva alemana en 1914, cuando la Gran Guerra,
(http://www.elmundo.es/espana/2014/08/04/53de7017e2704eea228b4581.html),
teníamos mucho menos que celebrar.
TEMAS:
Republicanos españoles, Exilio español, Guerra civil, II Guerra
Mundial, Ocupación Nazi de París, Hotel de Ville de París,
Explanada de la Liberación, Mme. Hidalgo, La Nueve, Amado Granell,
Columna Dronne, Cementerio del Père Lachaise.
Manuel
Menor Currás
Madrid, 20/08/2014
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